Hoy, revisando un grupo privado en el que estamos las editoras y los columnistas (¡Alerta del lado B de la historia!), observaba la calidad y la calidez de cada uno, las tre-mendas posibilidades y desafíos que tenemos por delante y, lejos de asustarme, me...
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Hoy, revisando un grupo privado en el que estamos las editoras y los columnistas (¡Alerta del lado B de la historia!), observaba la calidad y la calidez de cada uno, las tre-mendas posibilidades y desafíos que tenemos por delante y, lejos de asustarme, me sentí tan feliz que, ahora mismo, escribo deleitándome con el “alegre repiquetear de las teclas” (Isaac Asimov dixit, pero no recuerdo dónde). Es que este mes, además de comenzar a prepa-rarnos para nuestro primer aniversario en abril, quiero dar la bienvenida como colum-nista a una persona muy especial para mí, alguien sin el cual sé que hoy no sería quien soy: hablo del Dr. Juan T. Nápoli, mi profesor de Griego Clásico en la Universidad Nacional de La Plata.
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