ECLIPSE DE UNA MUCHACHA Cada vez, al oír decir que uno busca una sola mujer a través de otras mujeres, vuelvo a Yungay, a mis nueve o diez años, cuando conocí a Olga Ángeles, en un día memorable del que ya se hablaba desde antes de llegar. Fue el día del...
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ECLIPSE DE UNA MUCHACHA Cada vez, al oír decir que uno busca una sola mujer a través de otras mujeres, vuelvo a Yungay, a mis nueve o diez años, cuando conocí a Olga Ángeles, en un día memorable del que ya se hablaba desde antes de llegar. Fue el día del eclipse de sol para el que todos nos preparábamos en la escuela; habría excursión, clases en el campo e inclusive llevaríamos todos anteojos oscuros. La única tienda que los vendía estaba junto a Los Lirios, el mejor café del pueblo, con mesillas de manteles coloreados y luces opacas sobre las mesillas. Cuando entré ya habían vendido las únicas cinco gafas que esperaban a los clientes hacia años. Un viaje a Carhuaz era inútil (pueblo más chico que Yungay) y entonces debimos encargar a los choferes de camiones y góndolas que nos compraran los anteojos de Huaraz, previa una comisión para ellos, por supuesto. Así obtuve gafas por ser de los primeros en encargarla y así quedé listo para el día memorable. El maestro había dicho que el eclip
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