UN NIÑO DE PUEBLO Érase una vez un niño de pueblo. Así comienza el relato de mi infancia. Nací en Fraga, una localidad que aunque a mediados del siglo XX ya estaba consolidada como un núcleo importante en su territorio, aún respondía fundamentalmente a un...
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UN NIÑO DE PUEBLO Érase una vez un niño de pueblo. Así comienza el relato de mi infancia. Nací en Fraga, una localidad que aunque a mediados del siglo XX ya estaba consolidada como un núcleo importante en su territorio, aún respondía fundamentalmente a un modelo productivo agrícola y muchas familias, como fue el caso de la mía, hacían malabarismos para llegar a final de mes. Fui el quinto de seis hijos. Desde que mi memoria alcanza, siempre fui una persona consciente de la realidad que vivía. En mi casa nunca nos faltó lo básico para estar bien alimentados, pero aquello fue a costa de trabajar día tras día, en aquellas semanas sin festivos, y una férrea administración de monedero al frente de la cual estuvo mi madre. Para mí, hablar de mi madre es recordar a una mujer que jamás estuvo ociosa, conocida en el vecindario por su laboriosidad y pulcritud. Mi padre, a su vez, fue un emprendedor que se adelantó a su época. Partiendo de un humilde patrimonio, consiguió ampliarlo sin más escuel
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