En el supermercado.
Había una vez en un supermercado una pila de latas de tomate.
La
habían hecho en forma de pirámide, y como en toda forma piramidal
las latas de abajo aguantaban todo el peso.
Dia tras dia, semana tras
semana y mes tras mes.
Los...
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En el supermercado.
Había una vez en un supermercado una pila de latas de tomate.
La
habían hecho en forma de pirámide, y como en toda forma piramidal
las latas de abajo aguantaban todo el peso.
Dia tras dia, semana tras
semana y mes tras mes.
Los reponedores simplemente cubrían los huecos dejados por las
latas de arriba que se iban vendiendo, pero nadie pensaba en las de
abajo.
Las de abajo solo veían como las otras marchaban orgullosas
y lustrosas a descubrir nuevos mundos.
Pero llegó un momento en que algunas las latas de la última fila,
hartas de aguantar la humedad del agua de fregar, el frío del suelo y
el maltrato de los carros de la compra, comenzaron a hincharse y a
deformara al principio fueron unas pocas y no sucedió nada.
Pero a
medida que pasaba el tiempo la cosa empeoró.
Cada vez había más
y más que se hinchaban, y no solo eso, al hacerlo desplazaban a las
que tenían al lado generando más y más desorden y creando un gran
desequilibrio entre las de las filas superi
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