UN ANGEL SIN ALAS
Había una vez un hermoso angelito llamado Azul un día al despertar de su sueño
sintiéndose muy liviano, tal vez demasiado.
Miró hacia abajo y vio sus lindos piecitos,
miró hacia arriba y vio varios rulitos amarillos que caían sobre su...
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UN ANGEL SIN ALAS
Había una vez un hermoso angelito llamado Azul un día al despertar de su sueño
sintiéndose muy liviano, tal vez demasiado.
Miró hacia abajo y vio sus lindos piecitos,
miró hacia arriba y vio varios rulitos amarillos que caían sobre su frente.
Se fijó en sus manos, pequeñas por cierto, en sus bracitos, también pequeños, pero al
mirar hacia los costados se dio cuenta de algo: no tenía alas.
Desconcertado giró su
cabeza hacia un lado, hacia el otro, volvió a mirar hacia arriba, hacia abajo, se tocó la
espalda y nada.
– ¡Que extraño! -dijo – No tengo alas.
Soy un ángel, se supone que debería tener un
hermoso par.
Se dio cuenta también que no estaba sobre una nube, donde supuestamente duermen
los angelitos, sino sobre un césped suave y muy verde.
Si bien era un ángel recién
nacido, sabía perfectamente quién era y que su propósito en la vida era proteger.
Un ángel siempre tiene clara su misión, por más pequeño que sea.
– Algo extraño pasa conmigo – se dijo – deberí
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