uenta la leyenda que hace mucho tiempo reinaba en cierta parte de la
India un rey llamado Sheram.
En una de las batallas en las que
participó su ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente
consternado.
Nada de lo que le ofrecían sus súbditos...
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uenta la leyenda que hace mucho tiempo reinaba en cierta parte de la
India un rey llamado Sheram.
En una de las batallas en las que
participó su ejército perdió a su hijo, y eso le dejó profundamente
consternado.
Nada de lo que le ofrecían sus súbditos lograba alegrarle.
Un buen día un tal Sissa se presentó en su corte y pidió audiencia.
El rey la
aceptó y Sissa le presentó un juego que, aseguró, conseguiría divertirle y
alegrarle de nuevo: el ajedrez.
Después de explicarle las reglas y entregarle un tablero con sus piezas el
rey comenzó a jugar y se sintió maravillado: jugó y
jugó y su pena desapareció en gran parte.
Sissa lo
había conseguido.
Sheram, agradecido por tan preciado regalo, le dijo
a Sissa:
- Sissa, quiero recompensarte dignamente por el
ingenioso juego que has inventado.
El sabio contestó con una inclinación:
– Soy bastante rico como para poder cumplir tu
deseo más elevado –continuó diciendo el rey–.
Di la
recompensa que te satisfaga y la recibirás.
Sissa conti
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