l estudio científico de las emociones positivas ha
sido considerado tradicionalmente una actividad
frívola y como tal ha merecido poca atención por
parte de los investigadores (Fredrickson, 2003).
Además, el interés actual por lo positivo es considerado...
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l estudio científico de las emociones positivas ha
sido considerado tradicionalmente una actividad
frívola y como tal ha merecido poca atención por
parte de los investigadores (Fredrickson, 2003).
Además, el interés actual por lo positivo es considerado por
muchos autores como una moda pasajera o, lo que es
peor, como un “refrito” de cosas ya sabidas.
Esto puede
ser cierto, pero también lo es que no por sabido se aplica y practica todo lo que sería deseable un conocimiento, enfoque o como queramos denominarlo, de tanta
trascendencia para el ser humano.
La tendencia natural a estudiar aquello que amenaza el
bienestar de las personas ha llevado a centrarse con carácter prioritario en las emociones negativas y a olvidar
el valor de las positivas.
También es verdad que lo bueno se da por supuesto (Sears, 1983).
Es una creencia
generalizada pensar que la bondad es una característica representativa de los seres humanos (creer lo contrario haría la vida mucho más difícil), por tanto es a
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