Prólogo
Sabemos que, aunque pasen muchos años, hay cosas que nunca cambiarán y que las injusticias y
sinsabores estarán siempre a la orden del día, aunque, por nuestra edad próxima a la adolescencia,
debamos mantener la esperanza de que nos aguarda un...
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Prólogo
Sabemos que, aunque pasen muchos años, hay cosas que nunca cambiarán y que las injusticias y
sinsabores estarán siempre a la orden del día, aunque, por nuestra edad próxima a la adolescencia,
debamos mantener la esperanza de que nos aguarda un futuro alentador, donde el sentido común
será un ingrediente más para conseguir una sociedad próspera.
Pues bien.
En ocasiones me cuesta
entender lo que hacen los mayores para complicarnos a todos la vida.
Hojeo el periódico y me
encuentro con que un día cualquiera deciden construir un rascacielos al lado de una humilde casa,
enterrando una vivienda en el más absoluto olvido, además de taparle cualquier resquicio de luz.
Pero esta pobre vivienda no es una morada cualquiera, tiene su dueño y su propia historia, una
historia propiedad a partes iguales de Eulogio y de todo el esfuerzo que le hizo merecedor de tan
preciado tesoro, como él mismo reconocía "quien tiene una casa, tiene un tesoro" - solía repetir
orgulloso.
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