l verano había sido maravilloso para Pedro y
Marta.
Sus padres habían asistido a unas reuniones y se habían hecho adventistas.
Los niños habían
disfrutado mucho de las reuniones especiales para
ellos.
Les gustaron las historias y los cantos....
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l verano había sido maravilloso para Pedro y
Marta.
Sus padres habían asistido a unas reuniones y se habían hecho adventistas.
Los niños habían
disfrutado mucho de las reuniones especiales para
ellos.
Les gustaron las historias y los cantos.
También
habían hecho muchos amigos.
Entonces comenzaron las clases.
Pedro y María
tenían ahora un problema muy, muy grande.
En su
país, el gobierno ordenaba que todos los niños tenían
que ir a la escuela en sábado.
Pero ellos habían aprendido que el sábado era el día de reposo; un día en que
adoramos a Dios juntamente con otros en la iglesia.
¿Qué podían hacer? ¿A quién debían obedecer?
¿Obedecerían a Dios, o al gobierno? ¿Qué piensas que
hicieron?
¡ ra demasiado! Los dirigentes judíos no
podían creer lo que estaba pasando.
—¿No les ordenamos a Pedro y a los otros
apóstoles que dejaran de enseñar acerca de
Jesús? —se preguntaban unos a otros—.
Pero
siguen enseñando.
¡Y ahora hasta hacen milagros! Multitudes
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