Rosario, a sus 17 años ya amaba el cigarro y además no era como esas niñitas
tontas que apenas jalan el humo, ya lo vuelven a echar, ella le daba el golpe, hacia
la cascada, pasándolo de la boca a la nariz y de nuevo salía por su boca, además
era ruda,...
More
Rosario, a sus 17 años ya amaba el cigarro y además no era como esas niñitas
tontas que apenas jalan el humo, ya lo vuelven a echar, ella le daba el golpe, hacia
la cascada, pasándolo de la boca a la nariz y de nuevo salía por su boca, además
era ruda, había fumado marihuana y le gustaba el chupe.
A mi me parecía divertida su manera de ser y me parecía interesante ser su amiga,
pues sus problemas no eran los típicos de una chava de nuestra edad.
Ya saben,
embarazo, drogas, novio infiel, peleas en la escuela, aja, ese tipo des cosas se me
hacían más interesantes que mis propios problemas.
Sin embargo, en casa de Rosario desconocían, o por lo menos eso decían sus
papás, que ella fuera como era, por lo que muchas veces Paola o yo teníamos que
mentir para tapar sus cosas.
A mis papás no les encantaba mi amistad con ella, yo en ese entonces no lo
entendía y más me aferraba a la amistad, aunque después comencé a comprender.
Pasé a ver a Rosario una tarde saliendo de la escuela, ella pre
Less