Los tiempos cambian, los discursos no tanto.
Que los problemas
nacionales existen es una realidad que apareció en Europa de la mano de las
revoluciones liberales y a la que es inútil dar la espalda.
En la Transición española algunas organizaciones...
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Los tiempos cambian, los discursos no tanto.
Que los problemas
nacionales existen es una realidad que apareció en Europa de la mano de las
revoluciones liberales y a la que es inútil dar la espalda.
En la Transición española algunas organizaciones obreristas, de corte comunista o anarcosindicalista, quisieron desentenderse del problema en nombre del internacionalismo proletario.
No por negarlo, el complejo conjunto de fenómenos que se etiqueta
como cuestión nacional desapareció.
Otras organizaciones, por el contrario, se
implicaron mucho en las problemáticas nacionales, muy marcadas por su reacción contra el franquismo y deslumbradas por la fuerza del independentismo
vasco.
En estos colectivos era fácil encontrar acusaciones indiscriminadas de
españolismo que alcanzaban a la propia izquierda “reformista” que abogaba
por el federalismo.
Afirmaban que España era “una cárcel de naciones” y que
los distintos pueblos que la componían debían acceder sin coacciones al dere
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