Aventura con el televisor
Una noche el doctor Verucci volvía a casa del trabajo.
Este doctor
Verucci era un empleado, a lo mejor de correos.
Pero también podía
ser un dentista.
Podemos hacer todo lo que queramos con él.
¿Le
colocamos bigotes? ¿Barba?...
More
Aventura con el televisor
Una noche el doctor Verucci volvía a casa del trabajo.
Este doctor
Verucci era un empleado, a lo mejor de correos.
Pero también podía
ser un dentista.
Podemos hacer todo lo que queramos con él.
¿Le
colocamos bigotes? ¿Barba? Muy bien, barba y bigotes.
Intentemos
también imaginar cómo está vestido, cómo anda, cómo habla.
En este
momento se habla a sí mismo.
.
.
Vamos a escucharle a escondidas:
—A casa, por fin a casa.
.
.
Hogar dulce hogar.
.
.
No puedo más, estoy
verdaderamente cansado.
Y además todo este jaleo, este tráfico.
Ahora
entro, cierro la puerta, señoras y señores, les saludo: todos fuera.
.
.
cuando cierro la puerta de casa el mundo entero tiene que quedarse
fuera.
Esto al menos lo puedo hacer, vaya.
.
.
Ya está.
Solo, al fin solo.
.
.
qué maravilla.
.
.
Primero, fuera la corbata.
.
.
Segundo, las zapatillas.
.
.
Tercero, encender la televisión.
.
.
Cuarto, la butaca, con el taburete
bajo los pies, cigarrillo.
.
.
Ah, ahora esto
Less