El agua de vida
Enfermó una vez un rey tan gravemente, que nadie
creía que pudiera curarse.
Tenía tres hijos, los cuales,
apesadumbrados por la dolencia de su padre, salieron
un día a llorar al jardín de palacio.
Encontrándose allí
con un anciano, que les...
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El agua de vida
Enfermó una vez un rey tan gravemente, que nadie
creía que pudiera curarse.
Tenía tres hijos, los cuales,
apesadumbrados por la dolencia de su padre, salieron
un día a llorar al jardín de palacio.
Encontrándose allí
con un anciano, que les preguntó por el motivo de su
aflicción.
Ellos le explicaron que su padre estaba
muy enfermo y no tardaría en morir, pues no se
encontraba ningún remedio a su mal.
Dijo el viejo: - Pues yo conozco uno: el agua de vida.
Quien bebe de ella, sana.
Sólo que es difícil
encontrarla.
Al oír esto, exclamó el mayor: - ¡Yo la encontraré! y, presentándose al doliente Rey, le pidió
autorización para partir en busca de aquella agua de
vida, única capaz de curarlo.
- No -respondió el Rey-.
Es demasiado peligroso.
Prefiero morir.
Pero el hijo insistió con tanta vehemencia, que, al fin,
el Rey cedió.
Pensaba el príncipe en su corazón: «Si
vuelvo con el agua, pasaré a ser el favorito de mi
padre y heredaré el trono».
Puso, pues, en camino
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