Una mañana más el sol comenzaba a salir por el horizonte, y el pequeño poblado de los Román comenzaba a despertarse. La noche había sido fría pero el calor poco a poco comenzaba a entrar en los hogares del lugar. Como cada mañana temprano, Octavio, el más...
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Una mañana más el sol comenzaba a salir por el horizonte, y el pequeño poblado de los Román comenzaba a despertarse. La noche había sido fría pero el calor poco a poco comenzaba a entrar en los hogares del lugar. Como cada mañana temprano, Octavio, el más que pequeño de la casa era el que primero se levantaba e iba a despertar a sus padres, Patricia y Aurelio. La más remolona de todos era Elisa que hasta que no veía que todos estaban levantados ella no comenzaba a “abrir el ojo”. Aurelio y Patricia preparaban el desayuno mientras los pequeños del lugar, Octavio y Elisa, comenzaban a prepararse para acudir a la “schola”, aunque este era el último año de Elisa allí, porque iba a pasar el siguiente curso a la “palaestra” donde continuaría sus estudios. Todos juntos como todas las mañanas, disfrutaban de un suculento desayuno o también llamado “lentáculum”, donde no faltaba fruta, leche y miel, junto con las famosas tortas de pan de farro que hacia Patricia cada mañana. Después de reponer
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