El Orgullo es para siempre
No podía evitar que la voz de aquél juez le recordase la verdad sobre el
arrepentimiento.
Hubo una época, en que los valores de la vida no se daban a conocer lo
bastante bien a las generaciones venideras, y las personas...
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El Orgullo es para siempre
No podía evitar que la voz de aquél juez le recordase la verdad sobre el
arrepentimiento.
Hubo una época, en que los valores de la vida no se daban a conocer lo
bastante bien a las generaciones venideras, y las personas nacían y morían
con dieciséis años.
Alberto en estas situaciones, con el descontento de su padre y el amor
de su madre por otro lado, tuvo que sobrevivir a su infancia como pudo.
El
aumento de responsabilidades y el cambio de prioridades que tuvieron los
padres a su nacimiento, no fueron suficientes para que un día, ya con casi
treinta años, Alberto aceptase jugar a los “chicos malos”.
Alberto comenzó a mendigar por las calles justo después de perder el
contacto con su amigo Mario y en el momento que se dio cuenta de que
prefería pasar hambre, que volver a su casa con aquellos padres que le
tocaron.
Si al menos le hubieran enseñado a perdonar, hubiera podido ser un
poco más tolerante con ellos.
No supo por qué perdi
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