La luz es como el agua
Gabriel García Márquez
En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus
padres...
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La luz es como el agua
Gabriel García Márquez
En Navidad los niños volvieron a pedir un bote de remos.
-De acuerdo -dijo el papá, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena.
Totó, de nueve años, y Joel, de siete, estaban más decididos de lo que sus
padres creían.
-No -dijeron a coro-.
Nos hace falta ahora y aquí.
-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas navegables que la que
sale de la ducha.
Tanto ella como el esposo tenían razón.
En la casa de Cartagena de Indias
había un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes.
En cambio aquí en Madrid vivían apretados en el piso quinto del número 47 del
Paseo de la Castellana.
Pero al final ni él ni ella pudieron negarse, porque les
habían prometido un bote de reinos con su sextante y su brújula si se ganaban el
laurel del tercer año de primaria, y se lo habían ganado.
Así que el papá compró
todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a pagar deudas de juego.
Era un precioso bote d
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