En primer lugar, trate de que estas conductas no tengan lugar:
hemos de reconocer los momentos en los que el o la alumna están “a punto
de saltar”. Seamos más cuidadosos. También deberemos ser justos,
coherentes y sistemáticos en nuestra gestión del aula....
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En primer lugar, trate de que estas conductas no tengan lugar:
hemos de reconocer los momentos en los que el o la alumna están “a punto
de saltar”. Seamos más cuidadosos. También deberemos ser justos,
coherentes y sistemáticos en nuestra gestión del aula. Los y las adolescentes
son muy sensibles a la injusticia. Si finalmente se produce una falta grave,
hemos fracasado. Con ello no gana nadie, ni la clase ni quien la comete. Por
supuesto, tampoco el docente que se encuentra ante una situación difícil y
desagradable.
Si finalmente nos encontramos ante una conducta de falta de respeto y que reta a
la autoridad:
No entre en su juego ni en argumentaciones: usted es la figura de
autoridad, pero eso no es discutible, no debe tratar de quedar por encima, ni
humillar, ni enzarzarse en discusiones.
Si es posible, retire la atención: retiremos el estímulo que supone
nuestra atención y la del grupo. Hemos de marcar que la conducta es
indeseable, pero lo podemos hacer privadamente para romper el e
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